domingo, 24 de abril de 2011

REBELIÓN DE TÚPAC AMARU

CAUSAS DE LA REBELIÓN:


Para obtener mayores recursos del Perú, los españoles implantaron el tributo y la venta de mercaderías. El tributo era una contribución en moneda, ganado, cosecha y otros objetos que tenían que dar obligatoriamene los indígenas: la venta de mercaderías era hecha también a los indígenas, quienes obligatoriamente debían comprar los objetos que les vendían los españoles, así no les sirviera de nada, el producto comprado.

Para vender las mercaderías y cobrar los tributos. España nombró a los CORREGIDORES, quienes eran funcionarios aparentemente encargados de "velar por los indios". Simultáneamente para que sirvieran de auxiliares a los corregidores, se convirtió a los antiguos CURACAS del Imperio Incaico, en CACIQUES. En muchos casos, corregidores y caciques aprovecharon el tributo y la venta de mercaderías para enriquecerse a costa del endeudamiento del pueblo quechua, que ya no podían soportar una explotación tan severa.

Estos abusos generaron un clima de protesta y descontento. Entre 1730 y 1778, la historia registra más de cien rebeliones indígenas, todas ellas sofocadas por el poder colonial. Pero, frecuentemente, fueron los mismos caciques quienes ayudaron a los españoles a luchar, para aplastar esas rebeliones; se ponían así, contra sus hermanos de raza. Pero, otras veces, se pusieron del lado del pueblo y lucharon contra la opresión española.

TÚPAC AMARU II:

Uno de estos últimos, fue José Gabriel Condorcanqui (nacido en el distrito de Surimana, provincia de Canas, Cusco), cacique de PAMPAMARCA, TUNGASUCA Y SURIMANA. También fue llamado Túpac Amaru II, encabezando en 1780, la insurección popular más extensa e importante de la historia colonial.

Túpac Amaru era  arriero: transportaba mercaderías entre el Cusco, Puno y el Alto Perú, en 350 mulas de su propiedad, lo que en aquella época representaba le brindaba ingresos relativamente considerables. Los negocios y el interés por conocer los habitantes, costumbres y situación general de la colonia, le permiteron comprobar en mútiples oportunidades la explotación en que estaba sumido el pueblo. Además de ser económicamente pudiente, Túpac Amaru era un hombre culto y conocía la legislación de la época que, por lo menos en la letra, era favorable a los indios. Esperanzado en obtener justicia, hizo varios reclamos pacíficos ante las autoridades virreinales de Tinta y Cusco y ante la propia Audiencia de Lima. Sin embargo, no obtuvo algún resultado positivo






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