En 1880 un grupo de torpedistas fue dirigido por el capitán de fragata Leopoldo Sánchez Calderón obedeciendo órdenes directas de Piérola. El hundimiento del transporte chileno Loa y la goleta Covadonga están relacionados con las actividades del ingeniero Manuel Cuadros Viñas , con quien Piérola debió contactarse a mediados de marzo de 1880 con la finalidad de preparar un torpedo ofensivo, dejando al comandante Leopoldo Sánchez que coordine los detalles de la operación. Vicuña Mackenna, definió muy bien la independencia de estos torpedistas de la Secretaría de Fomento:
"...El joven Cuadros, que preparó los torpedos del "Loa" y de la "Covadonga", no pertenecía a la división cosmopolita del ministro Echegaray, sino a una sección de voluntarios que trabajaban bajo la hábil dirección del subsecretario de marina don Leopoldo Sánchez, joven de distinguidos antecedentes, y a la que pertenecían el capitán Cortinez, el teniente de marina Oyague y otros entusiastas..." .
Como antecedente podemos señalar que en marzo el Comandante General de la Marina había pedido al Director de la Escuela Naval que dejase examinar a Cuadros los torpedos Harvey embarcados en el Marañón; esto debió ser para que tenga perfecto conocimiento de los mecanismos existentes para activar la carga explosiva. Para cuando la flota enemiga se presentó en el Callao, Cuadros debió estar terminando su torpedo y a mediados de abril éste fue trasladado a Ancón. Pero hubo un lamentable accidente: el 24 de abril, el mismo día en que murió el coronel Pedro Ruíz Gallo en el Callao, otra explosión en Ancón acabó con la vida del alférez de fragata Manuel Gil Cárdenas y cuatro marineros, quienes estaban en ese puerto para desempeñar "...una importante comisión de carácter reservado que le había sido confiada de orden superior..." . Esta importante comisión fue el tratar de operar el bote torpedo preparado por el señor Manuel Cuadros. La explosión debió ser de consideración pues la noticia no pudo ser ocultada a la prensa pero, a diferencia del caso del coronel Pedro Ruiz Gallo, la censura se encargó de eliminar cualquier mención a los torpedos; en el periódico La Patria se anotó lo siguiente:
"...!Zambomba! y estalló la pólvora. No sé en que asuntos de dinamita andaban en una fábrica de Ancón que voló por los aires la fábrica y las casas del derredor, dejando un espantoso espectáculo para todos los curiosos que desde ayer han ido al puertecito a observar los escombros..." .
Lejos de amilanarse con el desastre del 24 de abril, el comandante Leopoldo Sánchez insistió en el asunto, buscó a Cuadros y le hizo saber que seguía interesado en su trabajo. Cuadros aceptó hacer un segundo torpedo y comenzó a fabricarlo. Este segundo aparato estuvo listo a principios de junio y sin pérdida de tiempo se dispuso aplicarlo sobre algún buque enemigo con el siguiente plan: el torpedo se colocaría en un bote repleto de víveres y su carga se activaría al retirarse uno de los sacos de alimentos. El comandante Sánchez trazó su plan: la lancha torpedo zarparía del Callao y luego burlaría el bloqueo sin ser visto, debiendo regresar poco después del Norte, simulando ser una lancha de víveres que se dirigía hacia el Callao, dejándose descubrir intencionalmente por el enemigo para que se lance en su persecución, la capture y se produzca la explosión del torpedo.
De acuerdo a este nuevo plan, el 2 de julio se recogieron los explosivos de la estación de Infantas y se llevaron al Callao. La carga explosiva se colocó en la presa Adelaida Rojas y se preparó el torpedo tomándose todas las medidas de seguridad posibles, operación que duró hasta las 18:00 y en las que intervinieron Manuel Cuadros, el ingeniero Desmaison, el operario de la Factoría Naval de Bellavista Joaquín Sotelo y el carpintero José Chumpitasi. Cuadros relató en su informe presentado al Subsecretario de Marina que esta operación no fue sencilla:
"...Después de revisar algunos tropiezos imprevistos, procedía a cargar el aparato, efectuándose dicha operación al costado de la barca "Adelaida Rojas" cuyos tripulantes y armamento fueron previamente trasbordados a un pontón, para ponerlos a cubierto, caso de un siniestro; con el mismo fin ordené se mantuvieran distantes las embarcaciones que contenían el cargamento, pues el mal estado de la dinamita hacía peligrosísima la operación; felizmente a las 6 has p.m. todo quedó enteramente terminado y entregué la balandra completamente lista a las personas designadas..." .
Estando todo listo se esperó la noche para que el alférez Bondy pueda zarpar amparado por la oscuridad, a las 22:00 salió la balandra cargada de víveres y el torpedo, remolcada por un bote y comandada por el alférez Bondy, llevando como auxiliar al teniente Juan Quintana, antiguo Segundo Jefe de la Estación de Vigías de la isla San Lorenzo, y a los matriculados Morales y Arca que tripulaban el bote. La comisión de los torpedistas resultó un éxito pues concluyó con el hundimiento del transporte Loa. El siguiente es el Parte del alférez Bondy al Subsecretario de Marina sobre los pormenores del ataque al buque chileno:
"...El día 2 de los corrientes recibí de US orden de zarpar del puerto del Callao a cargo de una embarcación a la vela y con instrucciones de forzar el bloqueo al amanecer del día 3 manteniéndome a la vista de la escuadra chilena, con el propósito de que el buque de guardia capturase la embarcación que se me había confiado.
Estando al Oeste del puerto y a 5 millas de los buques extranjeros fondeados en la bahía, me faltó completamente la brisa a las 3 hs a.m., por cuya circunstancia tomé a remolque la lancha con la pequeña embarcación de que disponía y resolví fondearla, pues estaba expuesto a ser cortado por cualquiera embarcación enemiga, y no contando sino con tres hombres, y separado de la costa por una distancia de 7 a 8 millas era imprudente continuar alargando la distancia en esa dirección. De acuerdo, pues, con la opinión unánime de los que tripulaban la lancha, nos dirigimos a tierra a las 9 hs 50 m a.m. a tomar órdenes.
US teniendo en consideración todo lo sucedido, me ordenó dirigirme nuevamente a la lancha apartando de ese modo la intención de remolcarla hasta tierra para aprovechar su cargamento. La maniobra mandada por US fue ejecutada por el que suscribe saliendo a las 3 h p.m. y obtuvo desde luego los buenos resultados que se podrían esperar de una medida tan hábilmente combinada. Al apercibirse el "Loa" que me dirigía a la lancha, puso proa a ella, arrió una de sus embarcaciones, la remolcó hasta su costado y a las 5 hs 15 ms p.m. principió a descargarla volando en seguida.
Antes de terminar séame permitido dar las gracias a US por haberme honrado eligiéndome para llevar a cabo una comisión que ha sido coronada por el éxito más completo aunque no contaba para su buen desempeño sino con mi ardiente deseo de ser útil a mi país; pero obedecía a las órdenes y consejos de US y estaba además secundado por tres patriotas de corazón, el señor Juan Quintana de la Estación de Vigías y los matriculados José Morales y Manuel Arca y a su abnegada cooperación se debe todo el resultado obtenido.
Espero que US se servirá poner en conocimiento de SE el Jefe Supremo el animoso comportamiento de las tres personas que me han acompañado en la ejecución de un proyecto que ha dado por resultado la pérdida total de un buque enemigo con todos los valiosos elementos que contenía..."
HUNDIMIENTO DE LA GOLETA "COVADONGA": 13 de setiembre de 1880.
Ubicación de la Covadonga en el lecho marino del puerto de Chancay. |
El 13 de setiembre de 1880 un nuevo artefacto explosivo preparado por nuestros torpedistas se encargó de echar a pique a la goleta chilena Covadonga. Este era un buque de especial significado histórico para Chile pues había sido capturada ingeniosamente el 26 de noviembre de 1865 por el entonces capitán de fragata Juan Williams Rebolledo en el combate naval de Papudo y había logrado escapar de la Independencia en Iquique causando que nuestra fragata encalle durante su persecución.
El 13 de setiembre de 1880 la Covadonga estaba dedicada a bombardear el indefenso puerto de Chancay. El Segundo Comandante de la Covadonga, teniente primero Enrique Gutiérrez, anotó en el parte que elevó al contralmirante Riveros que su buque había llegado a Chancay con el objeto de destruir un puente ferroviario , pero al no divisarlo, el capitán de corbeta Pablo de Ferrari, Comandante de la Covadonga, decidió entonces echar a pique una lancha y un bote que estaban anclados a unos 300 metros del muelle . Según los telegramas que dirigieron las autoridades de Chancay al Prefecto, a 10:10 la Covadonga disparó cuatro tiros sobre el muelle y hasta las 15:40 había disparado 22 tiros, logrado hundir una lancha de propiedad de la Casa Grace; pero, errando la mayoría de sus disparos, estos vinieron a caer sobre la población o al agua sin causar mayores daños y sin poder hundir la otra lancha .
De acuerdo a la versión del teniente chileno Gutiérrez, al no poder echar a pique al pequeño bote, el comandante de Ferrari decidió enviar al chinchorro de su buque para que lo destruya pero, como no se notaba nada extraño en el bote, suspendió la orden de echarlo a pique y dispuso que sea izado a bordo. Gutiérrez dijo que trató de revisar la pequeña embarcación antes de izarla a bordo pero el Comandante desestimó la recomendación y alrededor de las 15:15 se procedió a levantarla del agua. En esos momentos estalló el artefacto explosivo hundiéndose la Covadonga rápidamente .
El comandante de Ferrari fue víctima de su decisión que respondía a la ambición de tomar una lujosa embarcación de recreo; Ferrari contravino las órdenes expresas de sus superiores que prohibían este tipo de prácticas y la desobediencia le costó la vida.
Del desastre lograron salvarse 29 personas en el único bote que quedó de la infortunada Covadonga, 12 de los cuales eran oficiales y el resto marineros . De los 109 hombres que tripulaban el buque enemigo 48 fueron hechos prisioneros y 32 murieron .
A diferencia del caso del hundimiento del Loa, no hemos podido encontrar el parte que pudo haber escrito el teniente segundo Decio Oyague después de hundir la Covadonga por lo que la reconstrucción de los hechos la trataremos de hacer a través de los escasísimos y dispersos datos que hemos podido encontrar.
Dados los antecedentes del teniente del Ejército don Juan Quintana en el hundimiento del Loa, todo parece indicar que él fue nombrado para encargarse de colocar el torpedo a la Covadonga tal como se desprende de un oficio que el 3 de setiembre elevó el Subsecretario de Marina al Comandante General de la Marina donde dijo: "...Disponga US que la Comisaría de Marina entregue inmediatamente a la alférez de fragata don Juan Quintana la cantidad de veinte libras esterlinas para que atienda a los gastos de la comisión que se le ha confiado..." . No hemos encontrado en el Archivo Naval un oficial de Marina llamado Juan Quintana por lo que creemos que se trató de un error del comandante Sánchez el asignar el grado de alférez de fragata a Juan Quintana, que en realidad era teniente del Ejército. Pero lo que no podía saber el Subsecretario de Marina era que el mismo día que encargaba al Comandante General de la Marina la entrega del dinero a Quintana, este moría a bordo de la lancha Lima a causa de un impacto del Angamos por lo que había que buscar a otra persona que se encargue de la comisión torpedista.
La persona elegida para colocar el torpedo de Cuadros y Negreiros en Chancay fue el teniente segundo Decio Oyague. Decisión que nos llama la atención pues Decio Oyague se encontraba sufriendo una severa dolencia que le obligaba constantemente a pedir licencia para medicinarse. En efecto, en febrero de 1880 el teniente Oyague pidió permiso para viajar a la sierra por dos meses y los cirujanos que lo revisaron recomendaron al Comandante General que se acceda a su petición . Oyague estaba con tuberculosis.
El 28 de agosto se nombró a Oyague como Ayudante de la Capitanía de Puerto de Paita, seguramente con la idea de que cambie de clima y ayudarlo de esa manera a recuperar su salud , por este motivo el 2 de setiembre se ordenó al Comisario de Marina entregarle 20 libras esterlinas para que se traslade a Paita . Pero el teniente Oyague no logró viajar a Paita, tras la muerte de Quintana el 3 de setiembre, debió reunirse con el Subsecretario de Marina recibiendo el encargo de colocar el torpedo en Chancay y volar el primer buque enemigo que encontrase en ese puerto. El 4 de setiembre el Subsecretario de Marina ordenó al Comandante General de Marina lo siguiente:
"...disponga US que las veinte libras esterlinas que por oficio de ayer comunique a US se debían abonarse por la Comisaría de Marina al oficial Quintana, para gastos de una comisión se entreguen al teniente segundo graduado don Decio Oyague en lugar de aquel..." .
Así el teniente Decio Oyague dejó de lado su bienestar personal por servir a su patria.
El acucioso investigador Rómulo Rubatto publicó un telegrama dirigido al Subsecretario de Marina el 9 de setiembre donde el capitán Pedro Suárez, dio cuenta de la llegada de Oyague a Ancón en esa fecha . Si se traza un paralelo entre el operativo montado para hundir el Loa con el que estamos narrando bien puede interpretarse que el parte telegráfico que Suárez elevó al Subsecretario de Marina evidencia un grado de control sobre la operación, es un signo evidente de seguimiento y supervisión de una orden impartida y también es la evidencia de que en realidad era el capitán de fragata Sánchez el cerebro que planificó el ataque. Este parte confirma lo que aparece en su Legajo Personal:
"...Organizó las expediciones que dieron por resultado el hundimiento del "Loa" y la "Covadonga", habiendo contribuido a poner en ejecución las ingeniosas invenciones del patriota don Manuel A. Cuadros a quien ayudó en compañía del malogrado ingeniero Desmaison a cargar el torpedo que echó a pique el "Loa"..." .
Mariano Felipe Paz Soldán señaló que el bote que recogió la Covadonga contenía la carga explosiva ingeniosamente camuflada por Constantino Negreiros, pero no los escondió bajo víveres frescos como cuando se hundió el Loa, esta vez se había puesto la carga en la propia estructura de "...un bonito bote de paseo, muy bien pintado..." . Por otro lado, según Rosendo Melo, el teniente segundo Decio Oyague viajó con el torpedo del Callao a Ancón en tren y por la misma vía llegó hasta Ancón, de allí fue en un bote a remo acompañado por el electricista del Campo. Este autor también señaló que la carga explosiva se activó de la siguiente manera:
"...Al tesar los aparejos se produjo cavernosa la explosión, causada por una ravisa de alambre unida por un extremo al cáncamo en que se engancha el aparejo y por el opuesto a un fulminante, al tesar el aparejo se haló la ravisa, estalló el fulminante y en seguida la dinamita, cuidadosamente disimulada bajo la sobrequilla..." .
En la acción torpedista también debió participar el guardiamarina Luis Olivera, toda vez que tres días más tarde se remitieron los despachos de teniente primero graduado a Decio Oyague y el de alférez de fragata a Luis Olivera , lo que se explica como el justo premio por su participación exitosa en el hundimiento del buque chileno. No debe extrañar la participación de Olivera pues ya antes había acompañado al comandante Sánchez y al alférez Bondy en el primer intento de hundir un buque chileno con un bote torpedo.
El teniente Oyague sobrevivió poco tiempo y no logró ver el final de la Guerra. El 11 de octubre el Comandante General presentó un informe al Secretario de Marina donde se daba a conocer que los médicos habían determinado que Oyague se estaba"...padeciendo de tubérculos en los pulmones y la laringe en su primer período..." por lo que el 13 de octubre se le dio licencia por tres meses para restablecer su salud. El 13 de diciembre de 1880 se le llamó al servicio para hacerse cargo de la Capitanía de Puerto de Huamachuco. Pero su enfermedad le impidió seguir prestando servicios a la Nación, murió en el hospital de San Bartolomé el 14 de enero de 1882.
Fuente:
- Por: Capitán de Fragata Francisco Yavar Acuña, en http://fdra.blogspot.com/
Este pasaje no lo conocía pero después de leerlo me llena de orgullo de ser peruano. Dios quiera que no haya Guerra con Chile, pero en caso la hubiera el resultado serß muy diferente. Con los pocos recursos y practicamente desarmados le hicimos daño a los chilenos, imagínense ahora. No prisioneros; suena cruel pero Chile debe de apender a no meterse con paises de tradición pacífica. Esta vez: "no prisioneros"
ResponderEliminarEse el es "honor" de los peruanos: hundir un buque hospital de la Cruz Roja que humanitariamente llevó al Callao 510 heridos de las batalla de Alto de la Alianza y Arica.
EliminarQue asco.
Un buque hospital bloqueando un puerto con cañones, jajajaja. Los chilenos perdedores si que no saben lo que dicen.
EliminarLa guerra es cruel e inhumana para todos. Espero que todos aprendamos de esto. La vida de muchos patriotas , chilenos y peruanos, se perdieron inútilmente . Podemos vivir en paz y tener un mejor futuro, las generaciones que vendrán serán los primeros en agradecer La Paz.
ResponderEliminarLa ambición de un solo hombre llevo a la muerte a varios. La necesidad y las circunstancias nos obligan a demostrar la capacidad que se reflejo en la mente de aquellos peruanos que lucharon contra el enemigo. Como Condorito, un PLOP por la mala decisión de los militares chilenos.
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